La Juli

Julie me lleva en auto de noche al lugar donde fumé mi primer pucho de toda la vida. Tenía 15 años, había ido a “dar una vuelta”, llevando chicles, perfume, y dos cigarrillos en el bolsillo. Me sentí rebelde, rockera, fuerte. Libre, viva. Había buscado el lugar más oculto del barrio, por las dudas. Obviamente al segundo que llegue a casa, mamá me vino a ver enseguida: “pero vos fumas?!?”. Trece años después, le cuento esta historia a Julie, y dice que a partir de ahora, se iba a parar en auto unos segundos de vez en cuando en este mismo lugar, el más oculto del barrio, porque siempre lo hace en los lugares donde tiene recuerdos importantes. Así que esta noche, me lleva sin avisar al lugar. Me miro a mi misma, a los 15, sentada en el piso fumando, tratando de ser adulta, de ser algo, de ser alguien. Estoy ebria y me pongo a llorar porque pasaron muchas cosas entre este primer pucho de los 15 años y el que me estoy fumando ahora. Algún día te lo contaré todo, así sabrás quien soy. Termino de llorar y Julie arranca el auto. La agradezco por este momento, pero no le contesta a la Julia adulta. Mira a la Julia de 15 años sentada en el piso y le dice en francés:“adiós!” ; yo miro a la Julia de 15 años y le digo: “suerte!”. Julie repite detrás mío, en español: “suerte!”, y nos vamos del lugar más oculto del barrio, con el rímel hecho mierda.
Yo soy Julia y con Julie, estamos vinculadas para siempre.


País Vasco, Septiembre 2020